Cría de artemia salina.
En la alimentación de crustáceos y
peces en cultivo juega un importante papel un pequeño crustáceo denominado
Artemia salina.
La morfología y biología de esta
especie, que cuenta con varias razas distintas (unas 60 variedades), son
complicadas y se salen del modesto nivel de esta exposición, por lo que nos
limitaremos a presentar un comentario general de carácter ilustrativo
práctico.
La artemia que nos interesa es un
crustáceo de color rojizo, que en su fase adulta apenas sobrepasa 1 cm. de
talla. Soporta aguas de gran concentración salina, donde prolifera, pues la
elevada salinidad impide la vida de otros animales y, por tanto, de sus
depredadores.
El principal interés de esta
especie consiste en que las hembras ponen huevos que pueden ser desecados y
almacenados, continuando, sin embargo, su desarrollo cuando se vuelven a
mojar.
Estos huevos flotan en la superficie del agua de
las naves de cristalización de las salinas, concentrándose normalmente (por
efecto del viento o corriente) en una de las orillas, donde se pueden recoger
fácilmente. Para forzar la obtención de huevos se puede proporcionar a las
hembras una "sobrealimentación", fertilizando el agua por medio de nitratos y
fosfatos (abonos agrarios), que dan lugar a mayor abundancia de algas
monocelulares, como la Tetraselmis (ya citada al hablar de los
criaderos), que es un manjar para estos pequeños crustáceos.
Los huevos se secan al aire en cajas de fondo de
red muy tupida o artefacto similar y se someten después a una suave aireación
para separar los huevos viables, que son de mayor peso, de los no viables,
cascarilla y otras materias extrañas, igual que se aventa la mies en la era. El
producto así logrado se guarda en recipientes herméticamente cerrados, al vacío
o con atmósfera de nitrógeno.
Para hacer "revivir" los huevos se introducen en
agua de mar (hidratación) en unos recipientes cilíndricos para mayor facilidad
de aireación, a pequeña concentración (unos 10 gr. de huevos por litro), y se
someten a iluminación (2.000 lux) durante unos 10 minutos para excitar su
actividad metabólica. El agua se mantiene a unos 28° C. de temperatura con
fuerte aireación, lográndose la eclosión, es decir, la aparición de las larvas,
a las 24 horas, siendo fácil una tasa de supervivencia de un 80 por 100.
Los huevos no eclosionados y las cáscaras pueden
ser perjudiciales para los peces y crustáceos que los ingieran. Es, por tanto,
preciso aislar las larvas (nauplius), para lo que se utiliza su fototropismo
(atracción por la luz) o bien se disuelven las cápsulas con sustancias químicas
que no dañan a las larvas.
Las larvas de artemia sirven como alimento vivo a
las larvas de crustáceos y alevines de peces, pudiéndose suministrar en sus
diferentes estados larvarios o incluso en estado adulto, según el tamaño que
interese utilizar. Sin embargo, hay que tener presente que las larvas de artemia
en su primer estadio de nauplio son más indicadas para alimentación que en sus
siguientes estadios larvarios por disminuir en éstos su poder nutritivo.
Por el contrario, el animal adulto resulta el más
adecuado pienso vivo por exigir su ingestión menor gasto de energía -a igualdad
de biomasa-, ser su poder nutritivo mayor y precisarse un menor número de
individuos para una cantidad de alimento dado.
El cultivo de larvas conviene realizarlo en
estanques de poca profundidad, con aireación y renovación de agua constantes,
pudiéndose lograr en pocas semanas una producción de 3.000 adultos por litro a
base de alimentación de algas secas.
Este proceso descrito es el empleado en la
producción a gran escala de artemia, pero siguiendo las mismas pautas es
relativamente sencillo criar artemia para nuestros acuarios.
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